El reto de desaprender para educar

 en Experiencias que hacen vibrar

Con la llegada de septiembre, siempre nos planteamos nuevos retos personales y profesionales a la hora de volver a la rutina. Este año uno de mis retos es ser más conscientes de cada uno de los pasos que damos en la educación de nuestras hijas y próximo hijo, (sí, ya viene el tercero por ahí, 😍) y quiero hacerlo formándonos, cambiando hábitos o incorporando nuevas experiencias a nuestro día a día.

Y hablo en plural, porque son retos que nos involucran a todos en la vida familiar y que además, deben llevar el sello de los valores que intentamos inculcar para formar personas capaces de mejorar el mundo en el que vivimos.

Para animarme a renovar los retos educativos del hogar, que mejor que volver la mirada atrás y ver como en el camino de ser madre, se han caído algunos mitos que me encontré nada más ver el test positivo de embarazo hace más de 8 años:

  1. Primer mito, “Su personalidad viene de serie”. Con mi segunda hija he comprobado que los niños/as absorben lo que proyectamos, y que su personalidad se irá forjando según nuestra manera de relacionarnos con ellos y ellas.
  2. Segundo mito, “Una sola crianza para todos”. Cada una de mis hijas es una persona diferente, su personalidad se desarrolla de manera distinta, por lo que nuestra relación con ellas no es igual.
  3. Tercer mito, “No vale doblegarse ante ellos y ellas”. Errar, equivocarse o fallar es algo que hacemos todos, pero admitir nuestros errores y pedir perdón nos hará mejor personas y les dará la libertad de serlo a ellas y ellos también.
  4. Cuarto mito, “Somos muy diferentes”. Siempre hay una pasión que compartir, en nuestro caso es la lectura y por eso utilizamos los libros para conectar con nuestras hijas.
  5. Quinto mito, “Con la maternidad se acaba la vida”. Los viajes, las vacaciones, las cenas con amistades, el cine y otras experiencias forman parte de nuestro estilo de vida, ahora compartido entre 4 y pronto entre 5.  
  6. Sexto mito, “Ya será mayor para hacerlo”. Educar en la corresponsabilidad, aportando cada uno desde sus capacidades, es un valor añadido para la buena convivencia.

Para mi, la educación en familia no es un camino fácil, pero merece la pena porque estamos en continuo cambio y nos hace replantearnos hasta el último de nuestros principios. Es como una colección de aprendizajes que nos hacen cada día mejores personas. A veces no tenemos ni idea de qué hacer en determinadas situaciones familiares, pero la mayoría de veces acabamos acertando y si de algo estoy segura es que no hay una buena o mala educación, sino diferentes personas con diferentes modelos de vida.

En nuestro caso, ser madre y padre, nos animó a arriesgar, emprender y buscar la pasión en lo que hacemos, porque nuestro mejor legado será enseñarles a quererse y valorarse teniendo un buen espejo donde reflejarse.

¿Qué pensabais antes de ser madres o padres? ¿Qué mitos se han caido para vosotros? ¿Tenéis nuevos retos familiares para este año?

 

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