Como incentivar un lenguaje positivo para una educación transformadora.

 en Libros para despertar almas inquietas

Uno de los aprendizajes más significativos en mi trayectoria académica y profesional, ha sido descubrir el valor de las palabras en aquello que pensamos, sentimos o hacemos. Incentivar un lenguaje positivo en casa, en el aula y en la vida es dar la oportunidad a nosotros/as y a quienes nos rodean a ver, entender y actuar en el mundo de forma consciente.

Ya os comentaba en un post anterior, dedicado a la “ilusión”, la importancia de crear ambientes que favorezcan la alegría y el entusiasmo en el marco de la educación. No hay que obviar que los últimos acontecimientos vinculados a la crisis sanitaria de la COVID-19, casi dejan exhaustos a familias, profesorado y alumnado en dedicar tiempo a trabajar la alegría. Un cambio de lenguaje facilita que ésta aparezca de forma espontánea y contínua. 

No quiero ahondar en el lenguaje negativo que surge con demasiada facilidad en los ambientes educativos, porque seguro que ya lo conocéis, frases cómo “ya te lo decía yo…”, “imposible…”, “ni lo intentes…”,”siempre lo mismo…”, “qué más da…” son conjuntos de palabras que no sólo dirigimos hacia otras personas, sino que peor aún, coartan internamente cualquier pensamiento interno que conlleve amor propio o ilusión y valentía hacia algo nuevo.  

Desde las bases de una educación transformadora, que os explico en el post “Cómo educar mentes positivas” el lenguaje positivo es la herramienta perfecta para promover la autoestima, el bienestar, la convivencia y la colaboración. Si somos personas motivadas por un cambio en los sistemas educativos, debemos tomar en cuenta el valor del lenguaje y de las emociones en el aprendizaje. 

¿Y cómo podemos revisar si estamos promoviendo una educación positiva a través de nuestro lenguaje?

  • Tomando conciencia de que tipo de lenguaje predomina en tu día a día: intenta hacer una lista de expresiones negativas, limitantes o que infravaloran situaciones o personas en un cuaderno. Una vez tengas identificadas al menos 3-5 expresiones escribe junto a ellas expresiones que puedas utilizar en la misma situación pero con lenguaje positivo. 
  • Cambiando el contenido de las preguntas, ya sea en familia o en el aula, podéis motivar conversaciones significativas a partir de preguntas curiosas, reflexivas y divertidas. Os dejo el juego Aquí. 
  • Creando y viviendo experiencias que generen sensaciones agradables y repítelas tantas veces cómo puedas. Las emociones que resulten de estas vivencias ayudarán a comprender el contexto que nos rodea, así cómo a enfrentar las situaciones de forma proactiva, participativa y creativa

Podemos leer, estudiar y crear métodos y herramientas poderosas para facilitar la incorporación y permanencia del lenguaje positivo en los ámbitos educativos, pero su aplicación empieza por ser conscientes de las emociones que transitan en las palabras, y actuar con intención, esfuerzo y repetición. 

Os recomiendo el libro “Educar en lenguaje positivo” El poder de las palabras habitadas, de Luis Castellanos, referente investigador en el ámbito del lenguaje. 

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