Cuidar la “ilusión” en la educación.
A veces pienso que socialmente se menosprecia la “ilusión”. A la vez que se habla de incentivar en la juventud la creatividad, el emprendimiento y la participación en el cambio social, se esconden las emociones que hay detrás de cada uno de esos procesos. Tal y cómo ha demostrado la neurociencia, la emoción y la cognición son procesos que van de la mano, y todo proceso de aprendizaje implica una experiencia afectiva (Damásio, 1994)
Para mí, la ilusión es clave para motivar procesos de educación transformadora en las aulas o comunidades. Algo que viene dado desde la niñez y comparte espacio con emociones como el optimismo, el entusiasmo y la euforia, sin querer se va eliminando del vocabulario y de la vida de las personas desde que van integrándose en la vida adulta. Es cómo si soñar o ilusionarse por algo sólo esté permitido en la infancia y sin embargo es clave para la transformación social. Por alguna creencia irracional abandonamos la ilusión al llegar a la vida adulta.
Por eso es nuestro deber cuidar la ilusión en la educación de niños, niñas y adultos porque con ello estamos invirtiendo en generar:
- Confianza de las personas en sí mismas a la hora de no ponerse límites en conseguir lo que se proponen.
- Participación de las personas en el cambio social, para aportar sus talentos a la Justicia Social y el Desarrollo Sostenible.
- Climas emocionalmente positivos para el trabajo en equipo.
- Felicidad de las personas al vivir la experiencia de superar retos, de alcanzar sus expectativas.
En definitiva cuidar la ilusión nos da la “fuerza” para alcanzar nuestros sueños, para caminar hacia la utopía y para conectar con nosotras mismas, siendo una de las mejores emociones para caminar por la vida.
Os dejo la última lectura que me ha motivado la reflexión que te comparto en este post: Educar el talento: Guía para desarrollar nuevas habilidades en jóvenes y niños
Y vosotras y vosotros, ¿Cómo cuidáis vuestras ilusiones?