En el juego, el aprendizaje como principal droga

 en Experiencias que hacen vibrar

Mi vocación en la educación social siempre ha ido guiada por intentar convertir cualquier tema, aparentemente “pesado” o “difícil”, en algo atractivo e interesante, utilizando las estrategias del juego.

Todos y todas sabemos que el juego, potencia el desarrollo personal y las habilidades cognitivas, entre otros beneficios. Sin embargo poco se sabe de su estudio ni de su papel como potenciador del aprendizaje incluso en la vida adulta.

En mis talleres siempre pongo el mismo ejemplo, el juego es como la vida misma, el/la jugador/a se enfrenta a una situación que le reta a alcanzar un objetivo. En el camino de conseguirlo toma decisiones de forma individual o grupal que le llevan al éxito o al fracaso. La única diferencia es que en el juego el fracaso no es juzgado, siempre podemos volver a jugar una y otra vez, hasta llegar a ser grandes expertos en la materia, facilitando que cada persona llegue a su máximo potencial adquiriendo conceptos, habilidades y competencias nuevas para el juego.

Parte del éxito del juego, como método de aprendizaje radica en las emociones que nos provoca jugar, las cuales tienen mucho que ver con las experiencias positivas que nos obtenemos de ello. Francisco Mora, investigador y docente en España y EEUU, comparte algo al respecto, vinculando el funcionamiento del cerebro en el proceso de aprendizaje con el papel de las emociones en dicho proceso. Aunque su planteamiento va más dirigido a la etapa infantil, considero interesante ver como el juego, ofrece un entorno óptimo, tanto para infancia como para adultos, que estimula la mente, y produce cambios neuronales, a través de vivencias y emociones que facilitan el aprendizaje y la incorporación de nuevos conocimiento/capacidades/habilidades en nuestra mente.

Una vez terminado, reflexionamos en equipo, las vivencias, emociones y estrategias utilizadas para alcanzar el reto del juego, y a partir de ello creamos un espacio de intercambio que nos permite introducir/afianzar el tema a tratar en la sesión formativa.

A mi entender esto facilita partir del conocimiento previo que ya poseen los/as participantes y vincularlo con las diferentes propuestas teóricas al respecto, con el fin de que cada persona, a través de una vivencia positiva, se interese por el tema y cree su propia opinión al respecto, a través de la evidencia de su propio aprendizaje personal. De este modo, provocamos una adicción a “aprender”, tal y como bien expresó Raph Koster, (diseñador experimentado de videojuegos y autor del libro-cuento A Theory of Fun for Game Design), “En el juego, el aprendizaje es la droga”

Seguro que a cada persona le funciona un método distinto, pero sin duda, jugar nos permite emocionarnos mientras aprendemos, aportandole un sentido y propósito a nuestro proceso de aprendizaje y por tanto, facilitando que cualquier persona se interese por aprender más y más.

Tan solo os animo a buscar espacios para jugar en familia, con amigos/as o en el trabajo, y poder disfrutar de un buen rato, aprender un aspecto concreto o habilidad que aporte el juego o utilizar elementos del mismo para diseñar experiencias que trabajen capacidades, contenidos o destrezas con vuestros hijos/as o alumnado.

¿Qué pensais? ¿Sería interesante incluir más dinámicas de juego en espacios de educación formal como la universidad? ¿Os interesa conocer diferentes aplicaciones del juego o sus elementos, en entornos o contextos educativos?

Os leo en los comentarios!!!

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